1 cocinero dueño de una cadena de restaurantes. 1 encargada de un centro de acogida. 1 abogado sin escrúpulos. 10 niños de diferentes edades. 1 kg de amor.100 cl de ternura. 2 cucharadas de rencor. Un puñado de lágrimas. Sal y pimienta. Juntar en un centro de acogida a Marco y Gabriela y mezclar con mucha pasión. Aderezar con la insufrible presencia de los niños del centro y condimentar con la sabiduría popular de Aurora, la cocinera embarazada y de Leo, el jardinero ex convicto. Añadir un toque de amargor con el abogado indeseable que todo lo manipula y corregir de azúcar con un puñado de personajes variopintos. Servir muy caliente y, como siempre pasa en las novelas de amor,salpimentar al gusto. ¡Qué os aproveche!
► Hoy le toca el turno a Javier Romero. En mi lista de escritores/as habituales hay tres hombres escritores, que son: José de la Rosa, Marc Levy y Javier Romero.
Me deja un buen sabor de boca esta novela y no solo por las recetes que incluye al final, las cuales van saliendo a lo largo de la historia, sino también por el desarrollo de la trama. Creo que venía de una racha de libros que se regían por un mismo patrón: la chica durante la mayoría de la historia se enfada como cuatro veces con el protagonista por pequeños malentendidos y al final es cuando llega el enfado mayor con su posterior reconciliación y final feliz. Este libro lo que ha conseguido es desconcertarme a cada momento, y es que me he topado con una protagonista que entiende que han pasado más chicas por el piso del chico y que ella no es la primera en pisarlo. Entiende que una ex puede intentar echar mierda para conseguir que dejes al chico y no por ello se enfada con él, porque qué culpa tiene el chico, ni que controlara las acciones de la otra...
Marco es un tío frío y superficial. Es un reconocido cocinero que ha dejado de lado los fogones para dedicarse a gestionar todos los restaurantes. Es un bala perdida, la fama se le ha subido a la cabeza y no piensa en nada más que disfrutar de la vida, de las mujeres y del alcohol. y alguna que otra cosa... Su abogado Cristian tampoco le es de gran ayuda ya que es una mala influencia, éste intentará en todo momento que Marco no se salga de la mala vida que lleva.
Gabriela, o Gabi para los amigos, es la dueña de un centro de acogida donde actualmente vive con 10 niños y Leo, el jardinero. Su mejor amiga Aurora, le echa una mano en la cocina, preparándoles las comidas y las cenas, pero Aurora está en los últimos meses de embarazo y no puede seguir ayudándola.
La historia de Marco y Gabriela empieza cuando a él le imponen hacer 80 horas de trabajo comunitario por conducir borracho. Gracias al servicio de trabajos comunitarios Marco se decantará por ejercer de cocinero y a su vez Gabi solicita lo mismo ante la inminente marcha de Aurora.
Los primeros días son difíciles para todos. Marco no está acostumbrado a lidiar con niños y estos son muy curiosos y no pararán de rebolotear alrededor de él. En cuanto a Gabi, se queda impresionada con Marco porque se imaginaba que le traerían a un joven delincuente y no a un tío él.
Marco llega con las ideas muy claras y un plan trazado que se irá al garete a medida que pasen los días y se vaya encariñando tanto de los niños como de Gabi.
La valoración general es buena así que os recomiendo esta lectura porque disfrutaréis mucho con las ocurrencias de estos 10 niños (las edades de ellos van desde los 5 hasta los 17 años) y con la historia de Marco y Gabi.
¿Os animáis a descubrir el ingrediente perfecto?
¡Feliz lectura!
"-Me imagino que esto debe ser la crisis de los cuarenta. Estás en plena pitopausia.
-Tengo treinta y tres. Deja de decir chorradas.
El abogado se levantó y se dirigió hacia la puerta donde se volvió.
-Anda, vámonos al Club.
-Paso. Vete tú.
-Venga, te invito a una ronda.
-¿De copas o mujeres?
Cristian sonrió de medio lado, agarró las dos solapas de la chaqueta y se levantó el cuello.
-De lo que quieras. Seguro que Samantha está deseando volver a verte.
Marco hizo amago de levantarse pero la imagen de Gabriela junto a la puerta del restaurante hablando con Françoise le hizo cambiar de opinión.
-Vete tú.
-Anda, no seas...
-No insistas.
El abogado se encogió de hombros y salió del despacho.
Marco volvió a recostarse en el sillón y cerró los ojos. Soltó todo el aire que retenía en los pulmones y se recreó en la imagen del cuerpo esbelto de Gabriela que se intuía bajo la ropa holgada que siempre llevaba.
Supo en ese instante que la condena de ochenta horas de servicios a la comunidad acababa de dejar de ser una condena."